09 junio 2009

Manifiesto de Rock + No-Rock

Definición de la casa de los términos Rock-Pop-No Rock


Definir Rock y Pop siempre levanta llaga en quienes se aventuran en ese polémico debate. Lo único cierto es que ni los auto-nombrados especialistas podrían llegar a una convención en la que todos queden conformes. Considerando esto, la siguiente disertación se encarga de fijar la postura de este blog, con aspiraciones de e-zine, respecto al espinoso tema de los géneros fundamentales de la industria internacional de la música.

* Lea con atención ésta declaración: Las siguientes definiciones son válidas para efectos de este e-zine solamente.

Sería de criterios muy estrechos empezar a definir al Rock y al Pop como géneros fijos. Yo los veo más bien como los dos grandes reinos de la música popular contemporánea. A cada reino le rinden tributo una serie de géneros asociados.

Y bien, hubo un tiempo en que el perímetro del rock y el pop estaba muy bien definido, por temporadas se enfatizó, por temporadas se relajó un poco. Actualmente ésta frontera prácticamente ha desaparecido, convirtiéndose en una zona de libre de arancel para el uso y abuso de la industria discográfica que, convenientemente, ha urdido un plan maestro para liberar al consumidor de la necesidad de conocimiento y decisión.

Aunque lo anterior pudo sonar a poesía moderna, tiene sentido, me explico:
La industria, desde finales de los noventa, ha venido adoctrinando el gusto del consumidor hacia un estilo sin personalidad ni carácter.
Este mazacote genérico, fácil de acomodar en los anaqueles y en estaciones de radio conformistas, carece de definición, se trata de un “todo terreno” musical que abarca sin complicarse un espectro que va desde Britney Spears hasta Linkin Park, y desde La banda del Recodo hasta Paulina Rubio.

Hubo un tiempo, en aquellos militantes años noventa, en que uno era Mötley Crue o Guns'N Roses, Pantera o Metallica, Oasis o Blur. ¡Difícilmente había lugar para las medias tintas! Incluso había una profunda división entre los fans del Van Halen con David Lee Roth y el de Sammy Hagar.
Nótese cómo estamos hablando de bandas que compartían el mismo nicho, ni si quiera nos hemos metido con géneros y sub-géneros.

Para un metalero, incluso uno medio “poser”, era un pecado capital ser sorprendido escuchando algo de música Dance, ya no digamos algo del, entonces bien definido Pop. De igual forma, era poco probable encontrar un fan de Alfa Radio* escuchando, lo que en sus propias palabras y paupérrima apreciación era “música de guitarrazos”.
Aunque este sistema de castas llegaba a ser muy limitante y bastante absurdo, la riqueza en la oferta era tan vasta que no importa lo especializado de los gustos, se podía confiar en que SIEMPRE habría suficiente música para satisfacer las demandas musicales de cada quien en cuestión de géneros musicales, estilo e imagen. Uno podía encerrarse dentro del sub-género de su elección, sin necesidad de saber nada del exterior.

* Estación capitalina nacida en los 80's y vigente a la fecha, especializada en música dance, anodinos remixes y punchis-punchis en general; muy popular entre choferes de microbus y pubertos con problemas de desnutrición y/o/ergo con retraso mental moderado.

Las fronteras funcionaban y la paz se mantenía en el universo de la música.

Contrastando con este alto (y también mamón) nivel de especialización, actualmente
tenemos una especie de Macro-Géneros “one tune fits all”, útiles para toda ocasión, fácilmente intercambiables y prostituibles.


Ejercicio #1- del iPod y la Promiscuidad
(¡Atención, este ejercicio puede ofrecerle revelaciones muy dolorosas!)

Tome su iPod o el reproductor de medios digitales de su preferencia. Revise su directorio principal y seleccione la pestaña de Artistas. Seleccione una letra inicial al azar.
¿Encontró unas de Arjona arriba de unas de Arctic Monkeys, algunas de David Bisbal antes de unas de David Bowie o unas de Gabriel, Juan, seguidas de las de Gabriel, Peter? ¡o cualquier cosa que se le parezca!
Si el saco le queda, los resultados evidencian la cruda realidad ¡es un usted un degenerado! A usted le gusta por delante, por atrás, con animales, con niños y con viejitos.
No insinúo que podría ser usted un fan prototipo de Alfa Radio pero... a lo mejor un poco de complejo vitamínico B no le vendría mal, eh.
Vaya, puedo entender que tenga algunos excepcionales pecadillos culposos, todos los tenemos ¡que diablos! yo mismo no los confesaría. Pero una cosa es tener algunos deslices incómodos y otra cosa es tener un gusto musical tan disoluto.

No se trata de una forma chaquetera de “tolerancia”, sino de ser íntegro y consistente con lo que se cree y lo que se sabe.
Si usted fuera un aficionado al equipo del Guadalajara, jamás usaría una camiseta del América; ni aunque la ocasión lo demandase, como en un desfile del orgullo gay, un carnaval o en una feria medieval donde caracterizara al idiota del pueblo ¿verdad? Es una analogía muy pop (irónicamente), pero muy explícita. La idea que estoy defendiendo es la de ser congruente con uno mismo, y nada más.

Disclaimer de la redacción: No considero discriminación lo que dije sobre los americanistas. En verdad ellos son bienvenidos en este e-zine pero, se puede anticipar que aquí no se abordarán artistas reguetoneros, y seamos honestos, casi ningún americanista puede leer más de 2 párrafos seguidos o medio timeline de twitter, así que... ah no, se me informa que tampoco saben usan twitter, siguen con el hi5. Bueno, en fin.

En algún momento todo se derrumbó y nos quedamos con…


La música como producto de consumo.

Sería llevar las cosas demasiado lejos si pensamos en la música contemporánea como un arte. Desde luego, es una más entre muchas manifestaciones culturales contemporáneas pero ¿un arte? Arte es cocer tapioca y que no se haga chiclosa (el debate de la sobrevaloración de las, así llamadas, “bellas artes” quedará para mejor oportunidad y otro blog).

De tal suerte que, yo veo a la música popular más como una artesanía.
Y así funcionó muy bien durante prácticamente todo el siglo XX. La cultura, la moda y todas las tendencias nacían o se transformaban y siempre de la mano de estas, iba la música popular.
En los locos años veinte, el Jazz y el Charleston. Cuando hubo depresión, el Blues era la escapatoria. En tiempos de rebelión sin causa, el Rock & Roll asaltó. Una de las generaciones más pachecas de la historia redundó en el sofisticado Rock Progresivo y la Psicodelia. Europeos paridos en los escombros de la posguerra manifestaron su furia con el Metal, casi de inmediato, unos parias sin futuro lo hicieron con el Punk. Para una generación desesperanzada y aparentemente sin identidad, la indefinición de lo “alternativo” fue la respuesta.

Pausa para un Quiz
¿Qué podemos deducir de la cultura actual en tiempos de bandas “two hit wonders”, Mtv, emo y reguetón?

Acercándonos al fin del milenio y con toda la paranoia apocalíptica, aparentemente todo dejó de importar. La industria musical, antes nutrida, aunque no dominada por esos “artesanos”, los músicos, pasó a gerencia corporativa.
El control creativo en manos de estos bucaneros, ha llevado a la música (y también al cine) a su punto más bajo en décadas, al menos en lo que respecta a calidad y contenidos. Diferente historia es lo concerniente al éxito comercial, esto es un aspecto rebatible, considerando que la música dejó de ser principalmente una manifestación cultural para convertirse en un producto homologado, un objeto “diseñado” para venderse en cualquier mercado y llegar al mayor número de personas.

La industria logró esto manipulando y malinformando a una juventud en vías de desarrollo (¿o subdesarrollo?), inundando los medios de difusión e invadiendo las fronteras de los segmentos del mercado, antes bien diferenciados, hasta hacer de todo una masa casi uniforme.
Prueba contundente de éxito con el malévolo plan que la industria confabuló, se dio en los primeros años del milenio, cuando consiguieron venderle a unos intelectualmente desaventajados y confundidos consumidores de pop de MTV, un farsante álbum de dizque rock gótico, el “Fallen” de Evanescence.

Algunos dirán que esto es resultado de una mayor tolerancia y apertura; más atinado sería decir que es resultado de un gran CONFORMISMO y la poca disposición de conocer, informarse y desarrollar un criterio musical; pues siempre será más fácil seguirle la corriente a MTV o a la radio local de formato juvenil y ser un zombie consumista sin opinión propia, que buscar música que se adecue a nuestros gustos y expectativas.
Existe MUCHA MÚSICA nueva, seminueva y retro/clásica como para que cada sujeto cultive un gusto personal e individualizado, sin embargo, la mayoría optará por rendirse al mandato de la industria.
No estoy diciendo que cada uno deba, o pueda pero ¿por qué quedarnos con la música plastificada que nos ofrecen los medios tradicionales?

En un giro irónico, lo anterior llevó a la industria a...


El tiro por la culata

La masificación indiscriminada, la imposición del inflado formato del disco compacto para explotar al consumidor y el apelmazamiento de géneros juveniles (el segmento poblacional que más consume música) trajo como consecuencia que se perdiera la identificación y el apego a la música; lo que antes uno podía considerar como SU Música ahora es, en voz de Kansas “sólo polvo en el viento”, o siendo menos poéticos, basura hiper-comercial que pasa de moda en poco tiempo y no tiene continuidad.


Ejercicio #2
Hagamos un rápido test. Mencione cinco artistas o bandas nacidas después de 1999 que hasta la fecha se sigan manteniendo –¡ponga atención aquí!- que se mantengan como actos referenciales. Es decir, que siga llenando foros iguales o más grandes que cuando empezó, que se siga considerando innovadora o influyente, que la mayoría de sus sencillos editados sigan sonando en radio (no solo el de lanzamiento), que se haga cierta alharaca cuando lanzan nuevo álbum,

Si intentó el ejercicio con honestidad y aunque sea una tenue barnizada de objetividad, la inevitable conclusión es simple: ¡Llevamos más de una década sin una sola banda que valga la pena recordar o que se !

* Aclaración pertinente: Coldplay NO cuenta como banda digna de trascenderr a la historia (se argumentará sobre esto en entradas posteriores. Guarde sus berrinches infantiles para después. Por cierto, para usar como viñetas en el blog, tengo muchas fotomontajes de Chris Martin teniendo sexo homosexual y siendo violado por animales de granja, así que... si es fan de Coldplay, creo que no se va a encontrar aquí, lo siento)

La falta de apego a la música y a los artistas de parte de los consumidores han generado una nueva categoría de aficionado, algo que yo defino como el “Fan Light”, que tiene la capacidad de ser un “gran devoto” de docenas de bandas, aunque su devoción generalmente no alcanza para saber el nombre de los integrantes, los álbumes o los sencillos de la banda… y por si alguien no lo notó, estaba siendo sarcástico.

No es ninguna sorpresa que el formato del sencillo* haya colapsado y prácticamente desaparecido. Ante la oferta tan mediocre y repetitiva; qué Fan light va a estar dispuesto a comprar un par de sencillos, en lugar o adicionalmente al álbum de un artista, cuando fácilmente puede conseguir la versión pirata. Yo no me voy a dar baños de pureza, pero algo que jamás consideraría, es el comprar mercancía pirata de un artista digno de mi respeto. Desgraciadamente los principios de los nuevos Fans Light son mucho más flexibles.

*Sencillo o Single: Dícese de las canciones a promocionar de un nuevo álbum, vendidas en formato individual y comúnmente incluyendo un lado-B (sencillo no incluido en el corte final del álbum) o material extra; a veces para coleccionistas y fans ¡de los de verdad! o sólo para aficionados ocasionales.

Cada vez menos gente está dispuesta a gastar US$10 en el CD de la nueva banda de rompe y rasga, del que va a escuchar cuando mucho 3 canciones durante un verano, y que al siguiente se va a sentir culpable de haber comprado.
Nadie le es fiel a música mezquina y volátil que brinda tan poco placer y por la que siente tan poca pertenencia.

Por otro lado, el mazacote musical resulta muy poco satisfactorio y la “diversidad” artificial propuesta por la industria lo único que ha logrado es que la gente consuma más, pero compre menos. Esto tiene a las disqueras con un virote bien atravesado en el… gaznate y culpando de todo a los Fans Light, que ellos mismos engendraron.

Y así, pasamos por la esquina de…

La puta con el agujero en medio

Babilonia tenía la suya, la industria de la música se inventó una, ataviada en un binario vestido de brillo tornasol, el CD.

En la primera parte de este manifiesto, mencioné el rígido y en buena medida absurdo sistema de categorizar la música, que tuvo su auge durante los años ochenta y noventa; donde se llegó a excesos donde, era considerado algo sucio que un fan del Trash Metal escuchara algo de Speed Metal.
Yo mismo, durante cierto periodo en la segunda mitad de los noventa, después de haberme dejado seducir en mi pubertad por la crudeza del Grunge, dediqué mis afectos al Darkwave, específicamente en lo que en México se conocía como género -Etéreo- que, si cabe la observación, era un recóndito sub-género del Rock Gótico. Pese a esto, la oferta era lo suficientemente amplia como para mantenerme ocupado durante varios años en lo que dominaba la escena. Desde luego, nunca lo conseguí porque antes de darme cuenta, el año 2000 con su despersonalización y ausencia total de identidad ya nos tenía a tiro de piedra.

Las señales de decadencia eran abundantes e inequívocas. La venida de las boybands, los reality shows, las falsas divas adolescentes, las estrellitas pop haciéndose pasar por rockstars, las nacientes estrellitas del rock, que en realidad eran poperos con guitarritas, pretendían ser rockeros de verdad y trataban de comprarse un lugar en la escena a lado de algunas pocas bandas sobrevivientes de décadas anteriores.

Producto de una violación de parte de la industria sobre un aletargado Rock, nacieron un par de bastardos con “capacidades diferentes”... retardados pues; estos fueron el así llamado Nu-Metal y el Happy Punk, ambos en contubernio con los medios, terminaron de quitarle credibilidad y la poca aura que le quedaba al Rock.

Y se hizo la Obscuridad. El imperio de la unidad se impuso para beneplácito de las disqueras y los productores de música Pop, quienes desde entonces, habiendo asimilado y reproducido sintéticamente un extracto edulcorado de lo que alguna vez conocimos Rock, han inundado el mercado con estrellitas Rock que son bien vistas hasta en la escuelita dominical.
Este remedo de Rock es artificioso y lleno de falsedad, ¡sin embargo! No se puede negar que para la industria fue un gigantesco éxito, pues lograron vender un destilado de rock sin huevos a esos lerdos consumidores de Pop. En su momento, un locutor hizo la aguda observación de que Linkin Park eran los Back street Boys con guitarritas, y cuánta verdad había en sus palabras.

No más mercados sectorizados, ¿Para qué? si en el próximo disco de Justin Timberlake feat. Lupillo Rivera se puede encontrar toda la promiscuidad de géneros necesaria para pasar una noche agradable.


La espiral descendente

El estado actual de la música es, como decía don Trent Reznor (quien por cierto últimamente se ha vuelto rijoso), parecido al de una espiral que escarba en su misma porquería para hundirse en ella cada vez más.

Estábamos acostumbrados a que un artista o una banda hacía su debut, generalmente con mucho esfuerzo y después de haber pasado algunos años luchando por sobresalir en el ámbito local, pasando hambre y ensayando en lugares donde ninguna persona decente debería aventurarse. Después de batallar para que se les concediera tiempo aire en las estaciones de radio y ofrecer tocadas en foros con más ratas que fans, venían los primeros éxitos moderados en las listas de popularidad, hasta finalmente conseguir un contrato con alguna disquera decente.
Tras un primer álbum (a veces la espera se extendía hasta un segundo) que servía para ponerlos a la altura de los radares, las bandas tenían que demostrar de qué estaban hechas y superarse, o por lo menos mantenerse para su siguiente entrega discográfica. Si un artista no conseguía este objetivo, generalmente era repudiado por la crítica, castigado en las ventas y en el mejor de los casos, catalogado como un “One hit Wonder”. Su carrera estaba acabada.
Para los que sobrevivían, el camino a la consagración era largo y tortuoso. La gran mayoría no lo conseguiría, pero al menos conservarían su dignidad.

Actualmente, la polaridad de ésta lógica se ha invertido. Tenemos bandas nuevas que salen absolutamente de ningún lado pero, misteriosamente se estrenan directamente en los primeros lugares de los charts. Muchos incluso inician giras mundiales y no faltará el medio besa-traseros que los anticipe como los nuevos Beatles (en 2005 un medio internacional importante señaló a Coldplay como los sucesores de U2, verídico e indigno!).

Todo es miel sobre hojuelas en su debut. El problema viene al momento de, verdaderamente hacer carrera. Pues como se hizo notar más arriba en este documento; han pasado más de diez años sin que nazca una gran banda, una que pueda ser recordada como aquellas de antaño.
Los artistas, después de un arranque meteórico, se eclipsan en sus álbumes siguientes para nunca más alcanzar el nivel con el que empezaron su carrera.

A diferencia de décadas anteriores, actualmente los artistas se rehúsan a morir con la dignidad de un “One Hit Wonder”, en su lugar y ante la complacencia de la prensa que, tiene que ser bastante guanga pues la oferta no alcanza para ponerse muy críticos, las bandas insisten en lanzar producciones, en el mejor de los casos “cumplidoras”, aunque las más de las veces son mediocres y conformistas, soñando guajiramente con igualar el éxito artificial de sus inicios.

No quiero mencionar nombres pero, piense en dos o tres artistas nacidos en el umbral del nuevo milenio (YO cito a 1998 como el año que todo se fue a la mierda) y valore si han crecido o decrecido tanto musical como comercialmente. ¿De verdad, éstas son las bandas que dentro de veinte años recordaremos como lo que caracterizó la década del milenio? Si en el año 2020 Mtv prepara un Top 100 de clásicos del 2000 ¿alguien se va a acordar de ésta música? ¿serán recordados estos artistas como actualmente recordamos a, citando al azar: Led Zeppellin, Pink Floyd, Kiss, Nirvana, etc... ¿en serio? El escenario en mi opinión luce muy poco probable.


Caso de Estudio #1
Recordemos aquel lejano julio de 2005, cuando Interpol se presentó en México en pleno auge del popular álbum Antics. El lugar fue el Salón Mexica del WTC, un lugar para unas 7,000 personas, uno de los foros más pequeños para conciertos en la capital. Fue tal la euforia de los fans light, que el segundo concierto tuvo que suspenderse ante el peligro de una masacre a là News Divine por el aglutinamiento de gente. Bien, pues hoy día Interpol no llena en México ni un sani-rent, a pesar de que el álbum que siguió al Antics fue tratado con un inmerecido cariño por los medios. Vaya carrera meteórica… y en esa misma espiral podemos contar a bandas como, citando al azar: The Strokes, The Killers y muchos más. Pero no quisiera meterme con estas bandas, porque son de lo menos malo que nos ha dejado la década y este blog desea enfocarse no en tirar tomatazos sino en demostrar que hay opciones.


Música Pop / Cultura Pop

Debo empezar por aclarar que, esencialmente, no tengo nada contra la música pop. De hecho escucho mucha música pop en la actualidad. A todos nos gusta el pop, pues desde su definición, está hecho para ser popular y tan universalmente aceptado como sea posible. Irónicamente, ésta es la característica que más me molesta del pop; cuando, citando a Cerati, pasa de ser “música ligera” a ser un producto cuyo fin primordial es venderse.
Dicho lo cual...

No puede uno empezar a despotricar a gusto sobre la insoportable levedad de la música pop, porque de inmediato aparece algún perogrullo belicoso que, escudado en su “dialéctica” de cantina dominguera, arguye que toda la música, por el simple hecho de haber llegado a audiencias generales y considerarse como popular, aún dentro de un campo determinado es, por definición, música pop.
Para justificar esta desarticulada y acéfala deducción, aseguran que todo aquello que logra cierto grado de popularidad y producto de su propio éxito, termina siendo acogido por las masas, es en conclusión popular; luego entonces, si es popular, debe ser Pop. La lógica en esto es simplemente ridícula.
Lo que estos brutos pretenciosos están pasando por alto es el factor semántico de los términos pop/popular.
Cualquiera con algo de seso verá que, al aplicar este silogismo determinista y rígido, no sólo el rock, sino cualquier otro género existente sería declarado desierto, pues TODO, desde J.S. Bach, pasando por Tommy Dorsey, Bob Dylan y terminando con Nirvana, entraría en el universo del pop; puesto que, según estos melómanos de supermercado:

La música muy conocida es popular,
Lo Popular es, por definición, pop.
Luego entonces, toda la música conocida es pop.

De tal manera que: Ludovico Van Beethoven componía música pop, igual que Vicente Fernández, Megadeth y Lacrimosa, todos ellos conocidos atistas pop, cada uno en su arena.
No hace falta explicar por qué esta simplificación resulta una falacia ¿cierto?
Lo que sí haría falta explicar sería definir los límites de la, en mi opinión, demasiado bien ponderada música pop.
Sería yo mismo un sofista si me autorizara a definir qué es pop y qué no lo es. No sabría ni por dónde empezar, así que...

La controversia se resuelve muy fácilmente si aprendemos a diferenciar dos conceptos que se relacionan pero no son lo mismo: Cultura Pop y Música Pop.
Y aquí sí, el silogismo limitado y determinista empieza a funcionar. Black Sabbath, banda por muchos considerada la iniciadora del Metal, que dada su relevancia e influencia cobró gran popularidad con los años, al grado de convertirse en parte de nuestra cultura, de nuestra cultura popular… nuestra CULTURA POP. Lo que ¡en ningún momento la convierte en una banda de MÚSICA POP!

El concepto de cultura es amplísimo; no son solamente las grandes obras maestras de la literatura y la pintura. La cultura poco tiene que ver con la erudición y el alto conocimiento, cultura es todo aquello que nos define como civilización o como pueblo.

Los Egipcios tuvieron su cultura pop, igual que los Griegos y los Bizantinos. De hecho, lo que de éstas civilizaciones conocemos como CULTURA, en realidad es su CULTURA POP, es decir, su cotidianidad.
La cultura Pop se define por una cantidad de variables: La idiosincrasia, las costumbres, el folclor, las artes nobles, la vida pública y privada, los líderes de opinión, el consumo y desde luego, las –otras- manifestaciones artísticas, el cine, la televisión y claro, la música popular.

Clarificando este punto, creo que al menos por convención, a todos nos será más fácil diferenciar el universo del Rock, del Universo del pop, entendiendo por lo menos, que no toda la música que se vuelve popular, es necesariamente música pop.

Ahora, es virtualmente imposible definir los parámetros del pop y el rock, sería ocioso. Por lo tanto...


La Definición de No-Rock... al fin.

Como si no fuera suficiente embrollo hacer una dicotomía entre el Rock y el Pop, me he aventado este neologismo para hacer las cosas más interesantes.

Hace unos párrafos dije que, en el fondo, no tengo nada contra la música pop, lo que pasa es que hay de música pop, a música pop.
No se puede separar lo aceptable de lo inaceptable, sencillamente nadie tiene esa autoridad. Sin embargo, pintar una delgada línea roja entre el pop tóxico y el benigno es necesario para entender el tema y validar el contenido a este e-zine.
Y es que, verán, a mi la palabra “pop” me parece despectiva cuando se aplica a la música. Para los que tienen una pobre lectura de comprensión, repito, ¡No tengo nada contra la música pop! Lo que antes conocíamos como Rock, lleva chaqueteando y trastabillando más de diez años, así que desde hace algunos años, prácticamente todo lo que escucho es, aunque no me guste reconocerlo, pop. Pero si alguien dice que le gusta la música pop, por antonomasia, la gente pensará que escucha artistas como Britney Spears, Alejandro Sanz, Ke$ha, Beyoncé, Arjona, Black Eyed Peas, Hillary Duff y un largo e ignominioso etc... Todos ellos innegables artistas pop. Entenderán el dilema ahora ¿cierto? A nadie le gusta ser tomado por idiota, al menos sin merecerlo (de hecho ¡ya es bastante patético que sepa quién es Ke$ha!).

Bueno, después de nueve páginas, finalmente probé por qué no me gusta la -así llamada- música pop. Vamos con el No-Rock.

Durante los ochentas se usaba el chaquetero término de Rock-Pop para definir una variedad de música difícil de encasillar en uno u otro terreno. No funcionaba tan mal, puesto que en ese tiempo, el pop era respetuoso de su lugar y el Rock no era el objeto deslavado que es hoy día.
Dentro de este amplio espectro cabían sin problemas artistas como Billy Joel, pasando por Duran Duran y llegando hasta Def Leppard (de estos, teóricamente su razón social era el Hard Rock, aunque en realidad operaban de forma bastante popera). Todos esos formaban la gran familia del Rock-Pop.

Hacia los años noventa la relación se agrió y ambos universos delimitaron un profundo surco fronterizo, y si me permiten agregar de mi cosecha, esto era genial.
A finales del milenio, el panorama se empezó a ensuciar, como ya se manifestó en este documento.

Personalmente señalo a 1998 como el año en que todo se fue a la mierda. Año en que las boybands, las divas Lolitas y las -otras- boybands, las formadas por roquerillos de pacotilla, acapararon la escena de la cultura pop y la música pop.

Como expliqué anteriormente, para no confundir la crema de la nata, me saqué de la manga el No-Rock.
El No-Rock, para efectos de este blog, se usará para definir bandas que, aunque definitivamente no podrían ser contadas en las listas del rock, su propuesta es muy interesante como para ser consideradas como simples artistas pop.

Para resumir, el No-Rock no es rock hecho y derecho, pero es demasiado bueno para ser solamente pop.

Y así pues, de ahí nuestro mote de Rock + No Rock



De todo lo anterior puedo deducir las siguientes sentencias:

HECHO #1 El Rock es una ACTITUD

HECHO #2 El Rock no ha muerto, pero está en un coma profundo.

HECHO #3 La industria musical es el Enemigo.

HECHO #4 Dejar de escuchar música nueva es sinónimo de envejecer

HECHO #5 No me gusta el pop comercial ni los americanistas


Y como coup de grâce...

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